Ya, ya sé, estas líneas debería haberlas escrito los primeros días de enero de este 2014… estamos en pleno mes de marzo. Bueno, mira, uno escribe cuando puede, ando liadísimo y además reconozco que hasta que no he mirado atentamente el calendario no me he percatado del detalle que me apetece comentar para solaz y distracción de amigos, y eterno cabreo de los enemigos a los que siempre, por cierto, saludo con la mejor de mis sonrisas. Buenos días queridos ¿Qué tal hoy la bilirrubina? Bien espero ¡Os quiero un montón! ¡Hola D. Pedro!

La cosa es que el año pasado, desde este Oratorio de San Felipe Neri de Porreres, mandamos confeccionar unos calendarios con fotos históricas de nuestra Congregación. Así, de esta manera van apareciendo, mes tras mes, rostros otrora conocidos y muchas veces añorados. Para nada resulta extraño que los feligreses comenten el nombre de los padres, hermanos o estudiantes que en él se recogen. Algunas veces surge algún comentario jocoso, las más alguna lágrima de pura nostalgia, las fotos antiguas contrastan poderosamente con los números de la parte inferior del calendario, estos nos hablan del hoy y del mañana, las fotos nos remiten a un ayer de imposible recuperación. Tempus fugit!

De cualquier modo, aunque antiguas como ya he comentado, las fotografías resultan de contenido inequívocamente religioso, aquí un grupo de sacerdotes, allá el recuerdo de unos ejercicios espirituales con el predicador ocupando el centro de la toma, algo más adelante una procesión con la imagen de la Virgen… todo, todo lo que conformaba la vida del Oratorio hace 50, 60 o más años, resultaba (resulta) estéticamente inconfundible, era una realidad de iglesia, era catolicismo en estado puro y, como digo, sin posibilidad de equívoco. Quien mira esas fotos no se confunde: curas, monaguillos, procesiones… todo ello forma parte de nuestra identidad, con razón decían los antiguos: Nulla ethica sine aesthetica, o, si lo preferís en vulgar: no hay ética sin estética. La cosa está clara: una ética determinada genera una estética concreta; así ambos conceptos, ética y estética, aparecen íntimamente ligados. Cierto que el hábito no hace al monje… pero caramba, reconozcamos que ¡lo hace!

El mencionado calendario lo tenemos bien a la vista y sin embargo, tanto en el despacho como en la sacristía resultan más cómodos los llamados de sobremesa, que no se llaman así porque se miren después de comer, no queridos; su nombre nace del lugar donde se colocan, es decir, sobre el mueble en vez de colgarlos en la pared.

Cada año recibimos varios, y ciertamente resultan comodísimos junto al ordenador, en la oficina, al ladito mismo del teléfono etc. Supongo que no es necesario comentar que, siendo quienes somos, la mayoría de los que nos envían son calendarios de órdenes religiosas. Sí, sí, también los hay de agencias de viajes o de la gestoría que amablemente, y de forma gratuita, nos hace los deberes fiscales y demás trámites. Es sobre esos calendarios sobre los que me interesa comentar, tal vez reír, ciertamente reflexionar.

Empezando por el último cabe advertir que, siendo de una gestoría, aparece encabezado por el calendario fiscal. Todo ello de forma tan clara e indiscutible que aunque no apareciera el logo de la empresa, todo el mundo lo relacionaría con un servicio de gestión administrativa, clarito el tema y sin atisbo de duda.

El de la agencia de viajes lo mismo, querido. Allá que aparecen entrelazadas las torres Eiffel y de Pisa, más a la derecha la silueta de unas pirámides y en primer plano una imagen escorada de la estatua de la libertad. Sucede lo mismo que con el de la gestoría, aunque uno no viera el logo de la agencia de viajes la procedencia del calendario resultaría indiscutible.

Lo que quiero comentar, para echar unas risas, es sobre los calendarios religiosos que nos han llegado y que al igual que años anteriores no contienen ninguna referencia religiosa ¡Manda huevos!

En uno de ellos, de orden católica masculina, van pasando los meses con fotos de enfermos, hospitales, sillas de ruedas, y palabras como: superación, entrega, gratuidad… doce fotos, doce lemas que lo mismo podrían ser de médicos sin fronteras, de una ONG dedicada a la salud, o del Instituto Pasteur. Nada hay en el dichoso calendario que evoque su catolicidad, su pertenencia a la Iglesia, ni su opción Cristiana. Repito, mucha bata blanca y ningún crucifijo, feo el tema. Únicamente estética médica… ¿Únicamente ética médica? Parece que sí.

Otro es de una orden femenina. No hijo, tampoco en éste aparece nada que remita a un origen religioso, aquí unas manos juntitas, allá un paisaje de naturaleza exuberante… lo mismo, doce fotos, doce lemas, ni uno sólo religioso.

Yo creo, sinceramente, que estamos avergonzados. Me da la sensación de que quienes eligen las fotos y las frases no quieren que se note la catolicidad de los almanaques; realmente la secularización nos está afectando muchísimo, y cuando digo que nos afecta me refiero a sacerdotes, religiosos, y por supuesto me refiero al pueblo santo. Me planteo incluso que quienes eligen las imágenes sean siempre los mismos diseñadores, ya sean estos de órdenes masculinas o femeninas, hay tan poca diferencia que la verdad, lo mismo da lo uno que lo otro. Reconozco, sin embargo, que los femeninos que me han llegado este año tienen un punto de defensa de la naturaleza tipo Buda-Zen-Tao que resulta, cuando menos, chocante. Lemas a favor del agua, las ballenas o de la protección natural en general resultan la base y fundamento de los puñeteros almanaques… ¿religiosos?

Venga, pongámonos un poco borricos e imaginemos a los diseñadores de estos calendarios eclesiales dirigiendo una empresa de publicidad laica. El dueño de Carnicerías y Chacinas Pérez llama al publicista y le pide un calendario repleto de fotos de chorizos, morcillas y jamón cortado en finas lonchas. Hasta ahí todo bien, pero no olvidemos que el diseñador es el mismo que el de los frailes, curas y monjas… venga imaginemos la conversación:

  • Oiga, que lo que a mí me interesa es que aparezcan productos cárnicos…

  • No hombre no ¡qué antiguo es usted! ahora lo que se lleva son las fotos de tranvías y ciclámenes…

  • Hombre, no me jo.. toda la vida haciendo salchichón como para que ahora aparezca un tranvía entre las flores…

  • Bueno, pero en el pescante, en impresión muy pequeña puede ir pintado un cerdito vietnamita.

  • Oiga, sabe que le digo, que se meta el tranvía donde le quepa, y que los calendarios con trenes o con aviones los encargue la Renfe o Iberia.

  • No se me enfade hombre, esos ya los han encargado, sólo que a ellos les hemos propuesto que sus estampas sean de insectos copulando, creemos que van a tener mucho éxito…

Sí queridos, la conversación puede alargarse hasta el infinito, aunque reconozcamos que en el caso del mercado laico el publicista de los tranvías se quedaría en el paro para los restos, por imbécil y gilipollas. No, nosotros no funcionamos así, no mandamos a los imbéciles al paro, nosotros aceptamos, e incluso proponemos, diseños religiosos light, o sea, calendarios divinos pero sin Dios; religiosos sin que se note; con eclesialidad desapercibida no sea que ofendamos a alguien.

Así estamos, ocultamos tanto nuestra identidad que para encontrar una estampa de santos tienes que ir a los chinos de la esquina, quienes, por cierto, tienen unos san Pancracios de plástico fluorescente que causan furor entre las abuelas. Sí hombre, ¿no los has visto? si los tienen al ladito mismo de los gatos con zarpa moviente e imágenes de Buda… ¡si es que no te fijas en nada, coñes! Del calendario religioso no podrás salvar ni una estampa y en el mercado oriental ya te muestran la consideración que se nos tiene cuando mezclan aleatoriamente lo Cristiano con lo oriental como si fueran la misma cosa. Oye ¡y aquí todos tan contentos!

Lo dicho, vamos a buscar imágenes católicas a los chinos porque donde tradicionalmente había imágenes representativas de nuestra fe hemos colocado la foto de dos manos y un letrero en el que aparece la frase: “Por un mundo más justo” … ¡Tenemos un cuajo!

Las frasecillas tipo compromiso-progre-solidario no están necesariamente mal, el problema real es, simplemente, que no son católicas ni hacen referencia alguna a la religión. Reconozcamos que aparecemos avergonzados de mostrar lo que somos, acomplejados de ofrecer lo que nos es propio. Las frases sobre el agua o sobre la ecología planetaria no nos identifican, no dicen nada de nosotros, no nos son propias. Cuando los religiosos encargan ese tipo de calendarios anodinos ya nos están mostrando, de forma muy clara, su propia desidentificación, su falta de fidelidad, el extravío de su carisma.

Existe aún un problema añadido. Cuando yo como cristiano veo una cruz en un despacho, en una consulta médica, clínica, convento o lugar asistencial, me siento tranquilo y protegido. Sé, que a pesar del pecado de la Iglesia, esa cruz es la garante de una atención evangélica, una acción salvífica, una ética cristiana, una forma de actuar acorde con las enseñanzas de Jesús de Nazaret y, llegados al extremo, la garantía, sostenida por la fe, que la muerte no tiene la última palabra ya que ésta pertenece a una tumba vacía en el domingo Pascual. Todo eso veo y entiendo cuando contemplo el signo más universal de los católicos a los que pertenezco. Sé que ahí puedo estar tranquilo porque el Evangelio me ampara y se reconoce mi dignidad. La cruz me dice: Tranquilo hijo, que aquí estás entre los tuyos.

Por el contrario, cuando advierto la ausencia de una cruz en el lugar donde debiera estar, cuando veo calendarios cristianos sin cruces, ya me hago a la idea de que quienes los editan suprimiendo el crucifijo me están advirtiendo. Me avisan de que ellos no se sienten movidos por su sagrado significado, me comunican que no se sienten obligados a proteger al débil ni al hambriento, al huérfano ni a la viuda. No, donde no veo el crucifijo no me siento tranquilo, siento su ausencia como un aviso: Oye tío, no exijas demasiado que aquí, como ves, no somos cristianos del todo ni tenemos por qué respetar ni practicar la ética religiosa que la cruz representa. ¡Avisado quedas, querido!

Entre todos los bodrios que me han llegado este año se lleva la palma el de los Misioneros de África, en su calendario/revista las fotos no contienen absolutamente ninguna referencia cristiana, y para colmo y remate, al pie de cada toma aparecen al alimón proverbios chinos, pensamientos orientales, máximas budistas… ¡ni una sola cita evangélica! Definitivamente estamos tontos, me enfado, cierro la revista/calendario y veo que me piden un donativo para continuar… ¡evangelizando! rompo el calendario y, con un regusto amargo y profunda tristeza, me dedico a encender el fuego de la chimenea con los pedazos de semejante sandez. Por cierto, aunque estemos en marzo, ¡feliz y santo año 2014! Estamos mal, muy mal.