Venga, reconozcamos sin tapujos que en la vida hay líneas rojas que no conviene cruzar: su traspaso puede depararnos pasos irreversibles, o de muy difícil compostura posterior. Escribo estos párrafos algunas semanas después de que en la Parroquia de San Miguel en Palma de Mallorca, un grupo de violentos interrumpieran la celebración de la Misa dominical gritando consignas en favor del aborto, en contra de la Iglesia, y otras lindezas entre las que destacó -cabe subrayarlo- la blasfemia.

Hace unos días, en una marcha organizada por los mismos violentos, se gritaron y vitorearon nuevamente las mismas atrocidades, y otras aún de mayor calado que ofenden a los creyentes en primer término, y después a cualquiera que tenga alguna neurona en funcionamiento. La blasfemia no atenta solamente contra lo sagrado: quien blasfema demuestra agresividad, irrespetuosidad, mala educación, violencia extrema, ignorancia de la historia y un larguísimo etcétera en el que se debe incluir, sobretodo, la negación, por parte del blasfemo, de opciones distintas a las suyas.

Dicho de otro modo, los que gritan blasfemando sólo aceptan como buenos sus postulados; ése es el talante democrático de semejantes cernícalos. Cabe recordarles que el Dios al que maldicen, les respeta tanto en su libertad que acepta incluso que ellos lo nieguen. Sinceramente prefiero al Dios de Jesucristo, que a estos libertadores impositivos e insultantes, a estos dictadores que atentan contra la razón y, a la postre, aniquilando a Dios, pretenden aniquilar al hombre. Ahora en estado fetal como salvajemente defienden, posteriormente quien sabe. En la guerra dicen que sólo impresiona el primer muerto. El final, la conclusión de los postulados Antipatriarcales y abortistas, constituyen y sustentan la cultura de la muerte o la del descarte, ambas denunciadas repetidamente por las papas Benedicto XVI y su sucesor Francisco.

Ojeando la prensa veo que el grupo de bestias, que tan valiente acto protagonizó, se autodenomina Feministas y Antipatriarcales, añaden ellos, además, una clara opción independentista. Me surge una primera duda y me pregunto qué pasaría si nos atreviéramos a formar parte, militar en un grupo en términos antónimos, o sea, Machistas Antimatriarcales y Españoles… repito, ¿Qué pasaría?

Me respondo a mí mismo que en buena lógica se nos tildaría poco menos que de cavernícolas, ¿Cómo puedo yo enorgullecerme de ser machista? ¿Cómo, de ser antimatriarcal? ¿Existen todavía españoles? Ya ves tú, hacia allá no, pero sí hacia aquí… cuestión de difícil comprensión si nos apoyamos en la sensatez; claro que aquí la sensatez ya es lo de menos, se trata de pensar con la víscera, y así, visceralmente todo cobra sentido. Estos Feministas Antipatriarcales e Independentistas ya aparecen como pura víscera en la sola titulación de sus postulados. Mal inicio.

Y es que el lenguaje nos juega malas pasadas muchísimas veces; en realidad lo opuesto a Feminismo no es Machismo y puesto que cuando hablamos de género lo hacemos en términos de macho y hembra (nunca decimos macho y fémina), también la calificación ideológica debería respetar esa mínima coherencia lingüística. O hablamos de Machismo y “Hembrismo” o lo hacemos de Feminismo y “Varonilismo”. Lo que no vale es pillar de cada parte lo que más me conviene porque entonces se nos ve demasiado el plumero, y mientras el término “feminismo” suena chulo, reivindicativo y majete, “machismo” supone siempre descalificación e insulto. O sea que las señoras y señores Feministas Antipatriarcales e Independentistas deben causarme simpatía casi por decreto, y debo aborrecer, en cambio, a todos los Machistas Antimatriarcales o Españoles… Parad el tren que me bajo.

El Obispado de Mallorca -no podía ni debía hacer otra cosa, y espero que no se achante- ha interpuesto una denuncia en toda regla puesto que, lo que hicieron estos héroes del despropósito, estos dictadores de berrido y alegres proabortistas, está penado por la ley. No se puede privar a nadie de su libertad de culto ni se puede irrumpir en espacios a él dedicados con ansias blasfemas. No sé, al final, cuál será la condena. Yo, sinceramente, aprovecharía la coyuntura y les impondría un castigo ejemplarizante, pongamos por ejemplo mandarlos a Irak y obligarles a hacer allí lo que aquí hicieron, eso sí, por descontado con la misma alegría, irresponsabilidad y desenfado. Que vayan allí y griten lo mismo, sustituyendo a la Virgen y a Jesucristo por Alá y el Profeta Mahoma. No duden, señores y señoras Antipatriarcales, feministas e independentistas con el culo acomodado al sofá de su salón, que allí no sería el Obispado quien interpusiera la denuncia, allí, muy apreciados cenutrios míos, se les condenaría de forma mucho más expeditiva. Lo saben ¿verdad?

Pero seamos buenos. No es necesario mandarles a ustedes tan lejos. Antipatriarcales como son, espero anhelante el día en que aparezcan en cualquier puerta de instituto y se pongan a insultar a las morillas por llevar el hiyab. Atrévanse ustedes porque si de lo que se trata es de liberar a la mujer según sus planteamientos, les aseguro que su presencia feminista y “antipatriarcal” es mucho más necesaria en esa cultura que en la nuestra. Repito, quítense la pereza y profieran ustedes blasfemias ante cualquier mezquita de nuestros pueblos o ciudades. El resultado puede ser muy, pero que muy interesante. A mí, si se presenta la oportunidad, me insultarán ustedes por vestir de sacerdote con camisa negra y alzacuellos… ¿y a ellas? Ay, la coherencia, qué cosa ¿verdad?

A mí el Islam y el Judaísmo me parecen opciones religiosas, no solamente respetables, sino muy buenas en nuestro momento actual. No negaré que, cristiano como soy, sólo admito la plenitud de la Revelación en Cristo. Sin embargo la convergencia en el monoteísmo y en gran parte de las Sagradas Escrituras me hace sentirme próximo a las otras dos ramas de la cultura y religión de Abraham.

Es desde esa comunión desde donde animo a los Antipatriarcales a actuar. Miren -mis queridas acémilas- que la palabra “patriarca” significa “padre del origen”, y puesto que Judaísmo, Cristianismo e Islam tenemos patriarcas en común: Abraham, Isaac, Jacob… etc., convendría que ampliasen ustedes su radio de acción, no sea que, a la postre, se carguen la opción cristiana abonando el campo a la religión Islámica muy presente ya en nuestros pueblos y ciudades. Imaginen ustedes lo que sucedería si, una vez desmontado el catolicismo, tuviéramos unas masivas conversiones al Islam o al judaísmo. Como se denominarían ustedes en ese momento “¿Liberadores Laicistas tal vez?”.

Piensen que, desde ese momento, desde el mismo instante en que nuestra cultura se metamorfoseara en Islamista o Judía no sólo no estarían prohibidos los símbolos religiosos en lugares públicos, sino que su exhibición resultaría probablemente obligatoria, valga recordar que incluso Israel, estado laico como es, luce en su bandera la Estrella de David, uno de los más claros símbolos judaicos; piensen, señoras Antipatriarcales, que no sólo no se les dejaría abortar bajo ningún supuesto, sino que además la presencia del obligatorio marido sería la única garantía para su integridad femenina; piensen, atajo de imbéciles, que el hombre (y por supuesto la mujer, que no es distinta en eso) está abierto a la trascendencia por más que babosas como ustedes griten consignas terroristas y gritos blasfemos. La persona, por naturaleza cree en Dios, y aunque a ustedes les cueste entenderlo por su carencia neuronal, eso es así desde el origen de los tiempos, en cualquier lugar geográfico y en cualquier cultura y momento histórico; y por tanto, o se vehicula ese potencial trascendente a través de la religión que conforma la cultura, o se hace a través de otras manifestaciones alienas que, a buen seguro, no serían tan comprensivas con ustedes.

Venga, me dispongo a esperar; me resultarán ustedes creíbles cuando profieran las mismas blasfemias en lugares de culto de otras confesiones. Me resultarán convincentes cuando, en voluntariado tipo ONG viajen ustedes a los países donde el sometimiento de la mujer es real, las ablaciones de clítoris cotidianas, las lapidaciones a la orden del día y el imperio de la religión radical campa a sus anchas.

Vayan, vayan ustedes allí y por favor, no soliciten ayuda al Estado en caso de que los pillen, porque entre otras cosas estoy hasta el gorro de “Oenegeístas” que no quieren saber nada de los estados cuando emprenden sus aventuras o se hacen la foto con el niño de las moscas, y empiezan a lloriquear y gimotear, a pedir la ayuda estatal a la primera hostia que reciben. ¡Panda de marionetas!

Repito, vayan ustedes allá con sus pancartas y sus gritos, con sus amenazas y su violencia ¡Vayan! Convencidos como están no les costará mucho hacerse oír. Interrumpan ustedes al Ulema en pleno rezo en la mezquita o al Rabino en la sinagoga y griten, griten allí consignas contra Mahoma o contra Abraham, Vamos, ¡atrévanse! ¿No están ustedes tan llenos de razón, que convencen a la par que iluminan, la ceguera de los creyentes? ¿No son ustedes la libertad, a la que todo humano desea adherirse? ¿No suponen ustedes la ruptura de yugos seculares que esclavizan al hombre?

Anímense, no teman, y por favor, en coherencia con su credo, muéstrennos no sólo la verdadera libertad que dicen ustedes custodiar; no únicamente la bondad que sólo ustedes dicen poseer; no solamente la belleza que únicamente ustedes creen representar. No se corten un pelo, únanse a las feministas de Femen, las mismas que insultaron y se desnudaron ante un Cardenal octogenario y muéstrennos, además de todo lo dicho, el valor que hasta ahora no han demostrado en modo alguno.

Ustedes sólo han actuado ante sacerdotes ancianos o pacíficos fieles, eso no vale queridos. Repito, hagan lo mismo en países donde el Yihadismo campa a sus anchas, que por cierto, son muchísimos. Háganlo allí y tal vez aquí me convencerán, en el mientras tanto, y rememorando la mili, a ustedes el valor, simplemente no se les supone porque no lo tienen.

Concluyamos trocando los papeles, esta vez abusando de la rima que tantas veces usan ustedes, hágannos el favor, y de una puñetera vez dejen de restregar sus ovarios por nuestros rosarios porque, sinceramente, dan ustedes mucho asco.

P.S. No deseo en modo alguno coartar la libertad de culto de nadie. El Islam y el Judaísmo me son queridos; otra cosa es el Yihadismo, pues la violencia no se justifica nunca y menos hablando del Dios del Amor. A los creyentes en la bondad Divina, a los que pasan por la vida haciendo el bien, no les deseo para nada que tengan que soportar la imbecilidad que los Antipatriarcales nos imponen a los Católicos. Lo escrito ut supra sirva únicamente para mostrar mi enfado como sacerdote y la incoherencia de estos grupos violentos.

Por lo demás desear a mis hermanos Musulmanes o Judíos, y por supuesto a mis correligionarios Católicos, la bendición del Dios de Abraham sobre todos nosotros. ¡Amén!