Leo en la prensa seria que el candidato socialista a la Comunidad de Madrid Tomás Gómez llevará en su lista electoral a Carla Antonelli, transexual, defensora de los derechos de los gays, lesbianas y transexuales.

Lo primero que se me viene a la cabeza es que me resulta del todo natural que Antonelli defienda los derechos de los transexuales, o sea sus propios derechos, a mí también me gusta defender los míos. A renglón seguido me asalta una duda sobre la cantidad de derechos que tiene o se le niegan a un transexual, gay o lesbiana y claro, ahí ya me atasco.

De todos es bien sabido que el campo de la sexualidad ha dado mucho juego en la historia; sinceramente me sorprende que a estas alturas la teta de lo sexual al alimón con lo público todavía dé leche, pero vaya, vista la noticia admito que debe ser así. Adivino también, dicho sea de paso, que aceptada socialmente la homosexualidad haya que dar un paso más porque vaya, incluir a un homosexual o a varios de ellos en las listas está ya muy visto, no vende. Extraño es que todavía no nos encontremos ante una ley de paridad entre homosexuales y heterosexuales… Vaya, piénsenlo señores políticos porque es una idea que igual vende un poco más de idiotez general, de la que por cierto andamos bastante sobrados.

Pienso sobre los derechos de los colectivos homosexuales y sin dudarlo reconozco que no hay que negarles ningún derecho de los que yo gozo. Dicho de otro modo: me parece injusto cualquier tipo de discriminación por motivos de orientación sexual. Más aún, añado que además de injusto me resulta anticuado y sobretodo cansino.

Cosa distinta es el hecho de incluir a la Antonelli en una lista electoral por el hecho de ser transexual. Digamos que tampoco eso me parece justo, yo soporto con estoicismo mi daltonismo y no se me ocurre que nadie pueda valorarme por esa peculiaridad, y si lo hace, que caramba, pues concluiré que quien me juzgue por mi daltonismo, mi alopecia o mis quilos de más, es simplemente un gilipollas. Añado por cierto que el que te incluyan en una lista electoral no forma parte de ningún derecho general.

Abundo más en el tema simplemente porque no lo entiendo. Carla Antonelli tiene sobre sí una larga lucha por los derechos de los transexuales, eso por lo menos es lo que leo. Bien, no sé a que menester atenderá, a que cometido se la destinará, intuyo que deba ser algo relacionado con lo que se supone su experiencia, su trayectoria, su batalla. Sigo sin entenderlo.

No entiendo porque motivo en la concejalía de Sanidad no hay un médico, ni en la de Urbanismo un arquitecto. Sigo sin comprender porque la ministro del Ejercito no es una militar, ni porqué en Medio Ambiente tenemos a alguien que no ha estudiado ecología y en cambio seguramente pondremos a Carla Antonelli en algo relacionado con lo social, que ya son ganas porque oye, aunque Chueca es Chueca el tema social sigue siendo mucho más amplio que un barrio de Madrid o que el Dia del Orgullo Gay.

Bueno, lo de que la Antonelli vaya a lo social es cosa mía, no tengo ni idea del área que ocuparía caso de resultar elegida. A lo peor creamos un ministerio o concejalía de lo Sexualmente Diverso que no sirva para nada pero que nos cueste a todos un pastón… ¿Que no? Pues oye, visto lo visto…

Si no es en lo social tampoco alcanzo a comprender en que área hace falta un transexual; la transexualidad supone un índice minúsculo en nuestra sociedad, si habláramos de porcentajes ni te cuento lo que debe suponer que esta señora alcance un lugar de poder, el tanto por ciento de transexuales en entes públicos se multiplica por un montón con su sola incorporación.

Son merecedores de todo respeto, en eso seamos claros, pero no entiendo la relación entre respetar y elevar a la categoría de gobernante a alguien por una cuestión sexual. Ser transexual no debe suponer discriminación pero tampoco un plus para alcanzar cotas de poder o de representación pública.

Da la sensación que aquí de lo que se trata es de mantener un discurso y unas formas tan pretendidamente correctas que se pasan de la raya y se convierten en absolutamente estúpidas. Añado que dándole una responsabilidad política a la Antonelli, por el hecho de ser transexual, la marginamos positivamente puesto que no resulta normal ni siquiera lógico que el “afectado” por algo ocupe un cargo en relación a su afección. Es que por esa regla de tres podríamos poner a un marginado de los de albergue y cartón de vino a dirigir la Acción Social y no lo hacemos; o a una víctima del terrorismo en el ministerio del Interior y tampoco; e incluso más, a un cardiaco hipertenso en fase terminal en Salud Pública o a un amputado por minas antipersona en el ejército… ni se nos ocurre. No creas, la cosa podría llegar a ser muy interesante por lo variopinta, aunque claro, ya adivinamos que sería patética en cuanto a resultados. Entonces… ¿a cuento de que viene esto?

¿Supone un plus la transexualidad? Bueno, no nos enfademos, pero en el caso de Carla es claro que sí. Oye, que gente batalladora la ha habido toda la vida, y seguramente con más méritos e incluso más preparación que esta señora. La eligen a ella y la eligen porque es transexual y porque eso es la leche de moderno. Quien defienda lo contrario que se lo haga mirar, la cosa está clara vamos.

Yo sinceramente montaría en cólera por semejante discriminación, por una mirada absolutamente sexista por parte de quien la haya elegido. La Antonelli debería, en coherencia sana, no solo haber renunciado a semejante patochada, sino incluso haberse quejado amargamente de que una parte del personal siga mirando sus mutados genitales para decidir o no su valía. Si un homófono la insulta vamos mal, si un avanzadillo de medio pelo la sobrevalora en función de su mutación… pues igual de mal caramba.

Cuando una y otra vez se pide que la mujer no sea discriminada por el hecho de ser mujer, ni el homosexual por el hecho de serlo. Cuando se pide que todos seamos iguales yo aplaudo enérgicamente la propuesta. Por eso me cuesta aceptar este número circense en el que la estrella actúa de eso, de estrella de espectáculo barato en el que el respetable se admira de un sexo cambiado como quien pudiera admirarse de la mujer barbuda, Carla hija, que baratito te vendes. ¿Para eso tanta lucha?

Supongo que estaría muy bien que yo ahora pronunciara aquella especie de apostilla utilizada después de poner a caldo a algún colectivo:

Bueno, que conste que yo tengo amigos transexuales y los quiero mucho… lo digo para que quede claro.

Vale, pues de eso nada monada, no conozco a ningún transexual, pero vaya, estén seguros que si algún día tengo la oportunidad de conocer a alguno les aseguro que me seguiré guiando por mi instinto, por mis simpatías o antipatías, por mis químicas o malos humores, y todo eso lo haré sin necesidad de mirar la entrepierna de la persona que tengo delante.

Convendremos supongo, que el ejercicio de aceptación de lo diferente o diverso se hace realidad cuando lo diferente o diverso no destaca por su singularidad sino por su valía. A Valle Inclán lo conocemos como escritor lo mismo a Cervantes. Sinceramente me parecería una sandez que lo principal y destacado en ellos fuera el hecho de que a ambos les faltaba un brazo. No por Dios, si son famosos es por ser buenos escritores, que mancos hay muchos.

Deseo a la señora Antonelli mucha suerte en su aventura, si realmente es buena política incluso es posible que en un arrebato de lucidez se la llegue a considerar como persona antes que por su condición sexual que ciertamente debería importarnos muy poco, tanto a los votantes como a los que la han elegido para la lista.