Comunidad del Oratorio

Actualmente nuestra Congregación está formada por el p. Francisco Novella López. Cierto también que en perspectiva aparecen jóvenes dispuestos a embarcarse en la divina aventura. El futuro siempre ha estado en manos de Dios y el pasado, con tiempos de gloria, pero también de miseria, no puede ni debe hacernos renunciar a la ilusión y la fe.

El estilo de vida de nuestra Congregación responde a la voluntad y estilo de San Felipe Neri, nuestro fundador. La norma se suple por la corresponsabilidad, la obligación por la caridad y la alegría, la imposición por el diálogo maduro.

Es del amor a Dios y a los hermanos de donde brota la alegría verdadera. Una alegría que debe marcar el estilo de vida Oratoriano de forma clara y visible y sin la cual resulta imposible avanzar en el estilo de San Felipe.

Sin Fe, Esperanza, Caridad y alegría no hay forma de ser oratoriano. Sin corresponsabilidad y sin ganas de trabajar para el bien de la Comunidad… tampoco. La pereza, tristeza, egoísmo, irresponsabilidad y desesperanza pueden ser algunos de nuestros mayores enemigos.

Fundación del Oratorio

La fundación del Oratorio de San Felipe Neri de Porreres se debió a la generosidad del piadoso sacerdote Rvdo. Juan Barceló Mora ex ecónomo de la iglesia parroquial y a la encomiable labor del p. Francisco Molina Guardiola C.O. restaurador de la Congregación de Oratorio de Palma.

En su testamento el Rvdo. Juan Barceló legó a la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri una casa y solar anexo para la fundación de dicha Congregación en Porreres. Murió el virtuoso sacerdote día 31 de julio del año 1854 pero la Congregación de Palma, beneficiaria del testamento, atravesaba por aquellas fechas una difícil situación que de hecho obligó a posponer la nueva fundación hasta el año 1885. En esta fecha se iniciaron las obras necesarias para la instalación de la Congregación del Oratorio en Porreres.

En el año 1891, día 8 de noviembre se instaló canónicamente la Congregación y con rapidez se inició la construcción del actual templo y la parte más antigua del convento.

Concluyeron las obras el año 1911, se bendijo la nueva iglesia aunque en verdad se continuó trabajando incansablemente durante años en obras posteriores.

Auge y declive

Durante cincuenta años la Congregación de Porreres vivió tiempos de gloria. Los padres son reconocidos por su calidad humana, amados por el pueblo al que sirven, incansables en el anuncio del Evangelio y fieles al carisma de San Felipe Neri. En la memoria colectiva aparecen los nombres de los Pp. Nicolás Arbona, José Borrás, Jaime Castell, Juan Melià, Juan Llaneras, Antonio Fiol… etc. O de los hermanos Miguel Fiol, José Bestard, Benito Garí, Benito Tur…

De entre todos destaca la figura del p. Lorenzo Riera Mascaró (1873-1958) de quien puede afirmarse que constituyó el puntal fundamental de la Congregación por su generosidad, inteligencia y bonhomía. Su vida coincidió con el máximo vigor de la Congregación de Porreres, y su muerte marcó el inicio del declive.

En los años 1960 y siguientes la Congregación inició la amarga experiencia del envejecimiento progresivo de sus miembros y la ausencia casi total de nuevas vocaciones. Bien pueden ilustrar esta época los datos siguientes:

  • Día 01 de agosto de 1969: La dirección del colegio que hasta el momento regentaba la congregación de Porreres pasa a ser dirigido desde la de Palma.
  • Año 1972: La economía de la Congregación de Porreres queda sometida a la gestión de Palma.
  • Año 1976: El colegio imparte su último curso
  • Año 1983: Se suprimen las misas entre semana
  • Año 1986: Se suprimen los funerales
  • Día 05 de Abril de 1988 la Congregación de Porreres queda afiliada jurídicamente a la de Palma

A partir de aquel momento la vida de la Congregación de Porreres vivió con angustia su triste realidad. Solo quedan en Porreres dos hermanos de edad avanzada. Los servicios litúrgicos son atendidos desde Palma únicamente los fines de semana. El futuro no parece ofrecer motivos para la esperanza.

Restauración del Oratorio

Día 28 de Octubre de 1998, diez años después de que la Congregación de Porreres fuese afiliada a la de Palma, sin ningún miembro vivo de la antigua Congregación se inició nuevamente la vida de Comunidad.

La realidad era del todo preocupante, la casa toda ella es una inmensa gotera, los tejados amenazan ruina, ni una sola canal se encuentra en condiciones, el campanario se desmorona, no existe canalización de aguas fecales, aparte de la iglesia no hay luz eléctrica más que en dos habitaciones del inmenso convento y… lo que es peor, la experiencia se inicia sin fondo económico. La Congregación de Palma que gestionó durante años la economía de la casa (1972-1998) niega reiteradamente el fondo acumulado durante 26 años de colectas. La situación es desesperada y el futuro parece imposible.

Y sin embargo la fuerza de Dios se manifiesta de forma indiscutible cuanto mayor es nuestra debilidad, en los primeros diez años de restauración las obras han sido constantes porque el estado del edificio era preocupante, las obras principales han sido las siguientes:

  • Tres habitaciones nuevas con baño en la primera planta
  • Accesos adecuados
  • Restauración de la sacristía
  • Reforma de la cocina
  • Restauración del campanario
  • Sustitución o arreglo de tejados
  • Canalizaciones de aguas pluviales
  • Conexiones a la red de aguas fecales
  • Reforma y ampliación de la sala capitular
  • Reforma de la portería
  • Tres habitaciones en la planta baja, una de ella para asistidos.
  • Pasillos y accesos con rampas
  • Conversión del solar en zona de jardín
  • Desmonte de antiguas estructuras obsoletas
  • Construcción de coladuría
  • Mejoras notables en instalaciones eléctricas, carpintería, herrería, fontanería, pintura… una lista casi interminable. Una realidad de trabajo constante que pretende devolver al magnífico edificio su antiguo esplendor.

Las obras, a pesar de su omnipresencia, no son lo único ni lo más importante, la Congregación dedica tiempo a la juventud a través de la catequesis, escolanía y la enseñanza, se dignifica la liturgia, se cuida a los seglares con cursillos de formación.

En definitiva se anuncia el Amor de Dios amando al pueblo que nos ha sido encomendado, trabajando y rezando por él.

Espiritualidad Oratoriana

La espiritualidad es una actitud vital que necesita de momentos precisos, de tiempos reservados para una mayor relación con Dios en la plegaria. La oración oratoriana no puede ni debe suplir la vida en común, usándose como un refugio cuando la realidad no me conviene o no me gusta, del mismo modo el activismo tampoco puede obviar la plegaria, hay que orar y trabajar.

De entre todas las formas de oración la preferible para nosotros es aquella que nos relanza nuevamente a la vida en común, nos anima a compartir la vida y la fe, nos impulsa nuevamente a seguir trabajando sin desfallecer, no por ni para mi comodidad o bienestar, sino para el bien de mi Comunidad. Notamos que la oración funciona cuando estamos dispuestos a seguir a Cristo en la dureza de la Cruz pero también en la alegría de la Pascua, no entendemos lo uno sin lo otro.

La oración personal es responsabilidad de cada uno, somos cada uno de nosotros quienes encontramos el momento adecuado del día para sumergirnos en el Amor de Dios.

En su forma comunitaria entendemos la oración si es compartida, no solo con los hermanos de Comunidad, sino con todo el pueblo, celebramos diariamente la Eucaristía en nuestra iglesia, entre semana en la capilla del Santísimo. Vigilias, domingos y festivos en la nave principal, siempre abiertas al público. La Congregación solo tiene sentido si sirve al pueblo, y eso es válido, también y sobre todo, en la plegaria.