De tanto en tanto aparecen noticias sobre religión o filosofía oriental mezclando ambas cosas al alimón, como si de una sola se tratara. No está mal, también de tanto en cuanto aparecen noticias sobre la sobrasada mallorquina y no pasa nada. Debo reconocer sin embargo que cuando escucho esas noticias, esas informaciones, e incluso esas propagandas pseudo religiosas, dentro del propio seno de la Iglesia Católica en Mallorca me pongo un poco de los nervios. Siguiendo con el símil anterior vendría a ser algo así como hacer propaganda del conocido embutido mallorquín en una carnecería Halal o Kosher que, como supongo ya sabrás, son dietas con prohibición absoluta de consumir cerdo entre otras muchas cosas. Una incoherencia, vaya.

Hasta no hace mucho, algún claustro servía, o sigue utilizándose, para aprender la meditación Zen. Reconozco que no se muy bien lo que es y, añado que me importa un pito, porque de lo que estoy absolutamente seguro es que no es nada cristiano, es decir nada tiene que ver ni con mi cultura, estructura mental ni por supuesto con mi historia, tradición o simples usos y costumbres. Para colmo creo que el dichoso cursillo lo imparte algún sacerdote, religioso, o monja mallorquines. Curioso ¿verdad?

Como no tengo ni puñetera idea de esta originalidad oriental entro en el omnisciente Google y voy viendo que, en resumen, se trata de poner la mente en paz, incluso más, en Wikipedia leo que:

…Apartándose del conocimiento teórico o intelectual, el Zen busca la experiencia de la sabiduría más allá del discurso racional. Las enseñanzas de Zen incluyen varias fuentes del pensamiento Mahāyāna, incluyendo la literatura Prajñāpāramitā como el Prajñāpāramitā Sūtra y las enseñanzas de Yogacara y la escuela Tathagatagarbha.

¡Ahí es nada queridos! No me extraña que den cursillos, porque solo para entender estos vocablos hay que estar iniciado e incluso ser alumno aventajado en los entresijos de esta extraña… ¿ciencia?

Otra cosilla que llama mi atención es la ausencia de cualquier referencia al Cristianismo en las páginas que voy visitando. Vaya, con la ilusión que le echamos nosotros, con lo que los valoramos y ellos ni nos nombran… que desconsiderados ¿verdad?

Voy a por otra que esto tiene miga. Me cuentan que para algún sacerdote lo del diálogo interreligioso ha llegado a ser tan importante que a ello dedica esfuerzos y vida y, puesto a mostrar sus filias, aparecen en la entrada de su casa simbologías de las grandes religiones o filosofías orientales a las que me vengo refiriendo. Por cierto, entre esa amalgama de signos, símbolos o representaciones la cruz no aparece en lugar preeminente y, solo centrando la atención, se descubre su presencia; nada que objetar si se tratara de una colección simbólica, sin embargo me parece fatal cuando esa exposición refleja una forma de pensar en la que toda expresión religiosa aparece al mismo nivel, y eso en la cabecita de un cura católico, ¡ya te vale Perales!

Ante ese relativismo el peligro está servido ¿Cabrá también en ese mosaico alguna representación de los Baales veterotestamentarios? ¿será posible hallar algún indicio de religiones naturales en las que los sacrificios humanos formen parte del ritual? Y si esas se han excluido, ¿Por qué motivo? Me voy liando y sin embargo tengo clara la incoherencia: Si el custodio de ese variopinto y amalgamado abanico religioso sigue siendo sacerdote católico simplemente ha perdido el rumbo, o si se prefiere en lenguaje más propio, ha perdido el oremus.

Existe una verdadera pléyade de buscadores de Dios en sitios extraños, siempre reproducen en mí la misma sensación, la que se experimenta al ver a alguien bebiendo en una charca fangosa al lado mismo de donde brota la fuente clara y cristalina. Digamos que, sin querer ser dogmático, pienso que esos buscadores simplemente andan perdidos. Bien, la cosa no pasa de ser normal, la búsqueda divina es propia de la antropología humana en la que la trascendencia aparece de forma natural y no impuesta. Lo que me resulta extraño es el hecho que sacerdotes, religiosos y demás representantes de la Religión Católica, “acompañen” a esos buscadores amagando la fuente y mostrando la charca ¡Muy mal tíos!

Allá que me mandan propaganda de cursillos Zen, y yo no puedo evitar pensar que donde esté un buen rosario que se quite el Zen y la madre que lo parió. Aparecerá entonces un seguidor del Zen y me recordará que todos los caminos conducen a la Unica Verdad. Bien está, sin embargo le responderé que mi única Verdad es Dios dado a conocer en carne mortal en Jesucristo: Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos… y que todo lo que maree esa idea resulta contrario al Eclesial Magisterio y por tanto sospechoso. Me fastidia, repito, cuando la propaganda de esa espiritualidad me llega, y en cierto modo se fomenta, dentro de la propia Iglesia.

Quien vive y experimenta la fe Católica, quien bebe de esa verdadera fuente, distingue muy bien el producto original y auténtico del sucedáneo. ¿Serán los grandes místicos cristianos menos místicos o menos cristianos por no conocer la filosofía oriental? ¿Se habrá perdido algo quien no tenga un Buda regordete en su casa, o incluso uno de esos gatos de la suerte que balancean la zarpa movida por una pila eléctrica? ¿De verdad puede añadir algo a mi experiencia de Fe Católica toda esa extraña orientalidad?

La cosa es que todo esto aparece como un made in China o India invasivo y extraño. Protegemos el ecosistema de especies invasoras, pero nos dejamos dominar por elementos extraños que a menudo causan estragos en nuestro particular y delicadísimo ecosistema espiritual.

Me cuentan, ya en el colmo de la sinrazón, que hace unas semanas, el pasado sábado 10 de Marzo tuvo lugar un peculiarísimo Vía Crucis en la montaña de Randa. La última estación de este ejercicio de piedad católico venía adornado con unos pequeños folletos en los que para mejor experiencia y profundización podían leerse perlas como las siguientes:

  • Oh Rámdás,… piérdete en el esplendor de la luz. Fúndete en las brumas de las montañas. Sé el soplo del viento, el azul del cielo… la quietud de la noche ¡Om Shrí Rám! (Hinduismo)
  • El conocimiento vagó hacia el norte buscando al Tao, sobre el Mar Oscuro. Y en lo alto de la montaña Invisible. Allí en la montaña se encontró con el No-Hacer, el Sin-Palabras. (El camino del Tao)

No, no creas que lo que has leído forma parte de un cursillo de Zen, no querido, es -repito- un pequeño extracto que he encontrado en un folleto impreso para la celebración de un Vía Crucis cristianísimo dirigido a jóvenes mallorquines. Deduzco así que cuando uno quiera viajar desde Mallorca a Tierra Santa puede elegir como destinos, además de los Santos Lugares: Nepal, China, India o alguna que otra ruta por el estilo donde se confunda o ponga al mismo nivel al Dalai Lama que al Santo Padre Benedicto XVI. Estamos muy, pero que muy gilipollas.

Lo siento, me hago viejo y cascarrabias, supongo que por eso me preocupa muchísimo que en nuestra Diócesis algunos anden tocados de la parte de la neurona y del corazón, contaminados en su catolicidad por el Camino de Tao, por Jami, o por el Hinduismo. Me parece intolerable que andemos poniendo citas bobaliconas, necias, vacías y absurdas para los cristianos junto al evangelio de Mateo, el Libro de Reyes o del Éxodo como si fueran lecturas a las que también se deba prestar reverencial atención. No queridos, el Cristiano reconoce la plenitud de la Revelación de Dios en Cristo, y esto se toma o se deja, pero mezclar las churras con las merinas no nos aporta nada positivo, lía más que aclara y nos introduce en un relativismo religioso tan peligroso como el secularismo de una sociedad embrollada a la que hay que presentar propuestas claras y no amalgamas mil leches y allá te apañes.

A mi personalmente me da risa esta búsqueda de ciegos en la que como parte de la dinámica se obligó a los participantes en el Vía Crucis a descalzarse, evocando un poco la aparición de la zarza ardiente veterotestamentaria, pero muchísimo más la entrada en una mezquita. Risa y un punto de repelús, porque so pretexto de rezar el Vía Crucis, endilgaron a nuestros jóvenes exotismos aliñados de cúrcuma y curry, sésamo o genfo. Jóvenes que, dicho sea de paso, no andan nada sobrados de cultura católica, apostólica y romana… o sea de la nuestra.

Me siento disgustado y triste, no esperaba esto. Sólo añadir, que allí estuvo presente algún joven conocido, amigo y vocacionable que también me manifestó su disgusto ante este relativismo informe e infame. Veremos si al final, a fuerza de ofrecer lo que nos es alieno, opta, gracias a nuestra gilipollez, por meterse a monje Budista. No creo porque ya digo que no le gustó, pero vaya, que el peligro es real. En una palabra queridos: ¡Tirón de orejas!