Prometo que lo he intentado por las vías convencionales, hoy domingo 13 de mayo de 2012 me decido a escribir este artículo tras comprobar, otra día más, que mi “Carta al Director” del diario Última Hora no aparece publicada ni se espera ya que lo haga. Me comenta mi amiga Cristina, periodista ella, que lo más probable es que ya esté en la papelera de la redacción del mencionado diario, pues siendo mi escrito contrario a la opinión de una de sus trabajadoras habrán preferido ignorarlo por pura corporatividad. Puede que tenga razón, casi seguro.

El asunto empezó hace nueve días exactos, el 05 de mayo, cuando en el suplemento Brisas del mencionado rotativo la señora Lourdes Terrasa escribió sobre una de las fiestas grandes de Sóller titulando su artículo o reportaje: Sarracenos contra Payeses. Como quiera que no conozco ninguna fiesta con ese nombre me trago su escrito y descubro que, todo él, es un ejercicio impresionante de circunloquios, rodeos y eufemismos para evitar dos palabras malditas, léase: Moros y Cristianos.

Me da pena porque el nombre de la fiesta no se ha inventado ahora, es el nombre real de esos festejos que, por lo visto, deben herir tan profundas susceptibilidades que la articulista se ha permitido la licencia de cambiarles el nombre. Siglos de tradición se han ido a hacer puñetas porque hoy nos descubrimos con una nueva sensibilidad que no permite pronunciar la palabra “moro” ni tampoco su antónima complementaria, o sea “cristiano”, de ahí lo de Sarracenos y Payeses. Parece que eso sí es correcto ¡Hay que ver, que cosas!

Visto lo visto habrá que revisar los clásicos, ellos fueron los acuñadores del gentilicio mauro para describir a los habitantes de la actual (y antigua) Mauritania. De Mauritania, mauros y, un pelín más tarde, en la edad media, sin ser muy precisos, el vocablo se utilizó ampliamente para referirse a los habitantes del norte de África. O sea que desde esos orígenes toponímicos de Mauritania, se llamó moro a todo quisqui un poco moreno y con la religión de Mahoma. La cosa tiene sentido y lo ha tenido a lo largo de los siglos hasta hoy.

Por la misma e idéntica razón de no hilar muy fino, ellos -los moros- se refieren actualmente a nosotros llamándonos nazaríes ¿haciendo referencia a nuestro seguimiento del Nazareno? también tiene sentido, también ellos lo pronuncian alguna vez de modo insultante o despectivo y, sin embargo, no se plantean para nada cambiar su uso aunque lo cierto sea que nuestra sociedad no es precisamente un modelo de seguimiento a Jesús y el reino Nazarí fuera en realidad el último Reino de Granada. A ellos eso les importa un pito y bien que hacen, si llamándome nazarí se entienden que sigan así, que hagan lo que mejor se les antoje. Yo nazarí y tú moro, tira p’alante, aunque yo sea ateo rematado y tú egipcio de toda la vida.

Bueno, en mi carta al director atribuía a Lourdes una sensibilidad desmedida que provocaba este atentado lingüístico y cultural. La cuestión es que otro periodista del mismo diario, Lluc García, apareció el viernes 11 jugando a malabares y mostrando idéntica actitud huidiza ante las palabras antes mencionadas, habla sin duda de la fiesta de Moros y Cristianos, escribe abundantemente sobre el contexto, pero sin el texto, lo cual equivale a un juego de adivinanzas por parte del lector porque le dicen: Blanco, de vaca y en botella… pero no escriben la palabra leche para no herir a nadie. Media página describiendo los pormenores de una fiesta a la que no se pone nombre, lo dicho, un juego de adivinanzas.

En el Antiguo Testamento muchísimas veces se evita pronunciar el nombre de Dios, se consideraba -en el tiempo de su redacción- que su sola pronunciación podía suponer falta de respeto o incluso blasfemia. Igual que hacen los periodistas del Ultima Hora, se usan, en los libros sagrados, eufemismos y toda suerte de trucos lingüísticos para no decir, no pronunciar la palabra Dios. Ahora por lo que veo nuestra lista de palabras sagradas o tabú ha crecido y, aunque podemos decir Dios incluso con irreverencia, no podemos decir moro sin que nos acusen de racistas, ni cristiano sin que nos señalen como beatones anacrónicos y peligrosos.

A todas estas ya supongo que si dos periodistas del mismo rotativo huyen de esas palabras será por una consigna expresa de la dirección del medio, lo cual me entristece. Aún en el mismo periódico y al día siguiente, o sea, sábado 12, se pone en boca del alcalde de Sóller una sarta de respuestas a una presunta entrevista que no aparece firmada. Tampoco el alcalde pronuncia las palabras prohibidas. Uno ya duda si la consigna es del diario, la alcaldía, o la ausencia de sentido común que invade nuestro tiempo. De lo que ya estoy seguro es que no responde solo a la sensibilidad de Lourdes Terrassa. El problema es más grave. Acaba el Sr. Alcalde -eso sí- lanzando vivas a la feria, pues nada hombre ¡que viva!

Como ya ando metido en harina ojeo la publicación dominical de hoy, o sea domingo 13. Ahí está: Centenares de “sollerics” ofrecen flores a la Mare de Déu de la Victória. La sola mención de la Virgen de la Victoria me hace sonreír por motivos evidentes, si apenas hemos hablado de batalla… ¿Qué sentido tiene ahora hablar de victorias? Total un lío y nuevas alusiones a “payeses” que no “cristianos”. La cosa tiene su gracia porque así como el moro se entiende como enfrentado al cristiano y viceversa, no se comprende en modo alguno que un agricultor se pelee contra un sarraceno. ¿Por qué iban a pelearse? ¿Acaso el agricultor no puede ser sarraceno? ¿Acaso no hay sarracenos agricultores? Total un lío en el que el lenguaje políticamente correcto nos ha jugado la mala pasada de complicar la comprensión.

Por otra parte no entiendo el porqué de ese huir de palabras como moro o cristiano. En mis tiempos de cantante recuerdo perfectamente una pieza en que la letra glosaba sin reparo alguno:

¿Qués de ti, desconsolado?/¿Qués de ti, rey de Granada?/¿Qués de tu tierra y tus moros?/¿Dónde tienes tu morada? El autor de la canción es Juan de la Encina, nacido el hombre allá por el siglo XV. ¿Podemos cantar esa canción? ¿Vendrán los políticamente correctos a tocar las narices en los conciertos en que se cante? ¿Se retirarán las subvenciones a los coros que entonen semejante aberración?

Si fuera la única vale, pero coño, es que la cosa promete: En base a esta nueva sensibilidad que hoy nos adorna deberemos, entre otras muchas, enmendar la plana al mismo Shakespeare, su obra Otello está inspirada en El Moro de Venecia de Gianbattista Giraldi Cinthio (1565). De hecho el término moro se ha venido usando desde la edad media (s. V-XV) sin ningún problema. En fin, será que hoy sabemos más que Shakespeare, y Juan de la Encina. Más, en definitiva, que toda nuestra historia anterior. En la mili con mi amigo Raúl cantábamos la anónima medieval: Tres morillas me enamoran en Jaén. No nos arrestaron ni nada ¡ya ves tu!

En nuestra guerra civil se hizo famosa la coplilla siguiente: “Los moros que trajo Franco en Madrid quieren entrar, mientras haya milicianos los moros no pasaran…” Bueno también eso habrá que corregirlo y según el criterio actual buscar y rebuscar algo menos ofensivo hacia nuestros vecinos norte-africanos ¡si es que somos la repera de la educación!

¡Eh, que no se me escape! queridos lingüistas de la corrección y fineza: díganme como diablos puedo referirme a los morillos de chimenea, o sea, esos artilugios que sirven para que los troncos no se caigan saliendo del hogar ¿les debo llamar: sarracenillos, musulmanillos, arabillos…?

Y al referirme a los nopales ¿puedo seguir diciendo higuera de moro, higo de moro o chumbo? ¿O también eso debo cambiarlo por: higo arábigo, breva morisca, o fruto Islamita?

Y si vamos a esquivar la palabra “cristiano” … ¿deberé decir que el gol lo marcó Creyente Ronaldo? ¿Suena mejor, tal vez Practicante Ronaldo? ¿No confundiremos, en este segundo caso, a un futbolista con un señor que pone inyecciones? Total, reconozcamos que todo esto supone un lío tremendo.

Concluyendo: el lenguaje políticamente correcto me parece una sandez que ha alcanzado cotas insuperables en la duplicación en femenino. Véase el ejemplo famosísimo de los miembros y las miembras pronunciado por una señora tan correcta como inepta para el cargo que desempeñó. La sensibilidad que nos lleva a cambiar el nombre de las fiestas por respeto a los moros o desprecio a los cristianos me parece una soberbia estupidez, un atentado cultural, y un ejercicio de remilgada y enfermiza sensibilidad bobalicona y pacata. Simplemente no podemos ignorar siglos de historia que conforman nuestra tradición, nuestra idiosincrasia, nuestro propio ser. Huir de las palabras Moro o Cristiano y pronunciar sin remilgos Budismo, Hinduismo, Dalai Lama, Zen … etc. Me parece ya el colmo de la sinrazón.

Pretender una realidad sin religión se me antoja un imposible, y una historia sin enfrentamientos una gilipollez ilimitada.

Sigan, sigan ustedes con sus correcciones, a la que quiten sudaca la calle acuñará payoponi, a la que retiren barriada marginal surgirá poligonero. Y ya en colmo de la perfidia, a la que retiremos Señora Absolutamente Imbécil, ustedes, los periodistas acuñaran entusiasmados el repetidísimo mote: Princesa del pueblo.

Ala, ahora, si algún diario se atreve que lo publique. ¿A que no hay Webs?